Edificios de ensueño, esculturas fantásticas, colores, naturaleza convertida en vitrós y azulejos. Hoy hablamos de Antoni Gaudí, arquitecto español que vivió desde 1852 hasta 1926. Toda su obra se haya en España, concentrada especialmente en la zona norte. Su legado es uno de los principales motores del turismo catalán, así como también uno de los mayores representantes arquitectónicos del país.
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Estilo de Antoni Gaudí
Antoni Gaudí se caracteriza por un estilo propio nunca antes visto. Sin embargo, ese estilo personal tiene inspiración en una mezcla de otros: desde el
morisco hasta el gótico, pasando por el naturalismo. Eso sí, sólo Antoni Gaudí fue capaz de llevar estas tendencias arquitectónicas a su máxima evolución moderna y vanguardista.
Para poder definir la arquitectura de Gaudí, es imprescindible tener en cuenta las formas geométricas, la diversidad cromática, el ladrillo y la cerámica. Todo ello quizás muy propio de su gusto por las inclinaciones árabes. A su vez, la importancia de la naturaleza, y su representación a base de materiales orgánicos y combinaciones de colores terrestres. Es la naturaleza como guía de cada una de sus obras, y todo ello sin abandonar el gótico personalizado, que asoma en muchos de sus trabajos.
La Sagrada Familia.
Patrimonio de la humanidad por la UNESCO, La Sagrada Familia es considerada como uno de los monumentos más solemnes del mundo. Anualmente este templo monumental atrae a más de 4 millones de visitantes, mucho más que la población de Barcelona, ciudad en la que se encuentra. Actualmente inacabada, queda por construir alrededor de un tercio de su estructura completa. La fecha límite que se han puesto los arquitectos para acabar esta pieza es el 10 Julio de 2026, fecha que coincide con el centenario de la muerte de Gaudí. Los más de 1 millón de dólares mensuales que cuesta actualmente la construcción, se obtienen gracias al propio turismo que genera hoy en día, y a donaciones diversas.
Fue en 1883 cuando le ofrecieron a Gaudí la construcción de una catedral gótica. Sin embargo, a los pocos años, éste abandonó la idea original, y le dio a La Sagrada Familia, un giro de 360º. Concretamente hay una cosa que a Gaudí no le gustaba en absoluto de las iglesias góticas: los contrafuertes y arbotantes. Sin ellos, no se sostendrían las paredes, por lo que Gaudí consideraba las construcciones góticas, como edificios incompletos con muletas.
Como muchas de las obras de Antoni Gaudí, La Sagrada Familia está inspirada en las leyes de la naturaleza. De este modo se las apañó para prescindir de los contrafuertes en la construcción de La Sagrada Familia. Para ello diseñó unas geometrías basadas en la distribución del peso en los árboles. De este modo, el interior de la iglesia es un bosque de columnas. Cada una de ellas se divide en más lados a medida que sube, de modo que la parte baja de las columnas tiene 8 lados, y la más alta 64. A su vez, la columna se ramifica hacia el techo, dejando una estructura mucho más consolidada. Así es como el peso de las paredes se distribuye por estas columnas hacia abajo, y no hay necesidad de recurrir a los contrafuertes para sustentarlas.
Sabiendo que no iba a acabar su proyecto en vida, Gaudí elaboró planos e indicaciones para las generaciones siguientes. Por desgracia, los talleres y maquetas que había dejado, fueron destruidos en la Guerra Civil española. De los escombros se rescataron muchas piezas sueltas de las maquetas, y una a una, se intenta aún hoy en día, reconstruirlas para descifrar lo que Gaudí había planeado para su obra maestra. Por estos motivos, y la complicación que supone esta inigualable iglesia, su culminación se trata de un desafío costoso, complejo, lento y arriesgado.
La Casa Batlló.
Esta casa es en realidad una reconstrucción de un edificio anterior. Situada también en Barcelona, es otra de las obras orgánicas y modernistas de Antoni Gaudí. Destaca por sus formas caricaturescas y se acerca en su estilo al propio Art Noveau. Este edificio lo compró Josep Batlló en 1903 y aunque tuvo la idea de tirarlo abajo para construir nuevamente, al final optó por su remodelación. Para ello contó con Antoni Gaudí, quien para entonces ya era un arquitecto de prestigio implicado en varios proyectos como el de La Sagrada Familia o El Parque Güell.
Para esta empresa, Gaudí se centró en la funcionalidad propia de un edificio de viviendas, y por ello se centró en la iluminación y ventilación del edificio, así como también se ocupó de construir un quinto piso dedicado a los servicios. El edificio consta de 8 plantas, cada una de las cuales tiene 450 metros cuadrados, en su conjunto hacen un total de 4300 metros cuadrados en todo el edificio.
Pese a la grandiosidad artística de la fachada y los espléndidos interiores, uno de los elementos más característicos de la Casa Batlló, es la bóveda con forma de reptil. En su inicio esta iba a ser una cúpula irregular, pero tras varios cambios en los planos de la casa, la idea acabó tal y como se la conoce hoy en día.
La fachada principal está tallada en forma alabeada sobre piedra arenisca. Las columnas asemejan estructuras óseas y las ventanas tienen un trabajo en cristales de distintos colores. Todo ello en su conjunto crea un equilibrio en las formas y colores, que se asemeja al de la más pura naturaleza. Al otro lado, en la cara anterior del edificio, se conservan las formas de la construcción original, a lo que Gaudí añadió peculiares barandillas de hierro negro y cerámicas y cristales de colores a los lados y en toda la parte superior.
Algunas partes del interior de la casa son igual de sorprendentes que su exterior. Utilizando además las mismas técnicas, Gaudí mantuvo las líneas curvas y las formas irregulares. El salón de la planta principal, destaca por su techo en relieve y ventanales con vidrieras de distintos colores. La quinta planta, con forma abuhardillada, asemeja sus formas con las costillas del supuesto dragón que conforma la cúpula.
Las chimeneas de la azotea de La Casa Batlló también son construcciones icónicas de gaudí, así como también destacan las paredes de los patios internos, que están meticulosamente cubiertos por azulejos en tonos azules y blancos. Al combinarse con la madera de los marcos de las ventanas crea un conjunto despierto, armonioso y extraordinario, características comunes en todas sus obras.
El Parque Güell.
También situado en Barcelona, ciudad que gracias a estas construcciones lleva el sello de Gaudí, el Parque Güell fue construido entre los años 1900 y 1914 por encargo de Eusebi Güell, un rico empresario. Otra obra de Antoni Gaudí considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, este parque refleja las capacidades artísticas del arquitecto que supo sacar partido al aire libre para desarrollar sus expresiones naturalistas y modernistas.
La entrada al parque se hace mediante una doble escalinata que se separa por dos canteros. Uno de ellos tiene forma triangular y el otro, más arriba, contiene la estatua del famoso dragón, donde aseguran que es imposible sacarse una foto dada la cantidad de gente que lo intenta. La extensión del parque se divide en dos áreas, una de acceso gratuito, y otra de pago. A su vez, el parque asciende a distintos niveles, de modo que se pueden ver unas vistas impresionantes de la ciudad de Barcelona y del Mar Mediterráneo.
Dentro del Parque merece la pena visitar la Sala de las Cien Columnas, los pabellones de entrada, los bancos amosaicados, el Pórtico de la Lavandera y los tres viaductos que se reparten por el parque. Todas estas obras del parque son dignas de ver, y por ello merece la pena pagar la entrada para ver el resto del parque. Esta es la obra más libre de Gaudí, que conserva su estilo y su firma en cada recoveco. Si vas a Barcelona, el Park Güell es una parada obligatoria.
El Capricho de Gaudí.
El Capricho es una de las pocas obras que Antoni Gaudí elaboró fuera de Cataluña. Esta obra es un ejemplo claro de la influencia oriental que Gaudí quiso volcar sobre su legado. Al mismo tiempo se puede observar el influjo de la arquitectura árabe, ya que hay una torre anexa al edificio similar al minarete de una mezquita. La torre y los girasoles de la fachada son los elementos más característicos de este edific
La característica fachada se divide en franjas de colores distintos que alternan ladrillo, y el verde (donde se sitúan los girasoles). Esto le da un aspecto único, y lo convierte en una obra muy llamativa visual y artísticamente. Situada en Comillas, Cantabria, es una construcción muy recomendable de ver, al menos por fuera.
La Pedrera.
Por último hablamos de la Pedrera, otra de las obras más importantes de Antoni Gaudí. Su propio nombre hace referencia a la fachada, que toda de piedra alberga dos bloques de viviendas interconectados por un patio interno, pero con entradas diferentes.
Este edificio destaca por su ondulante fachada y sus balcones en hierro negro que simulan hojarasca seca. Su interior es exótico y con columnas que acompañan todo el paso de la escalera. Situada en Barcelona, para no variar, la Pedrera se conoce oficialmente como la Casa Milà y es considerada como una obra de ruptura, dada su innovación arquitectónica y estilística.
A continuación te dejamos enlaces directos a las páginas oficiales de estas cinco construcciones de Antoni Gaudí en el norte de España. Esperamos que te haya gustado, ¡hasta pronto!